Adaptado del artículo “Responding to Climate Change” de NASA.

El cambio climático es uno de los problemas más complejos que enfrenta la humanidad hoy en día. Involucra muchas dimensiones – ciencia, economía, sociedad, política y cuestiones morales y éticas – y es un problema global, sentido a escala local, que existirá durante décadas y siglos por venir. El dióxido de carbono, el gas de efecto invernadero que atrapa el calor y que ha impulsado el calentamiento global reciente, permanece en la atmósfera durante cientos de años, y el planeta (especialmente los océanos) tarda un tiempo en responder al calentamiento. Entonces, incluso si dejamos de emitir todos los gases de efecto invernadero hoy, el calentamiento global y el cambio climático continuarán afectando a las generaciones futuras. De esta manera, la humanidad está “comprometica” a algún nivel de cambio climático.

¿Cuánto cambio climático? Éso estará determinado por cómo continúan nuestras emisiones y exactamente cómo nuestro sistema climático responde a esas emisiones. A pesar de la creciente conciencia sobre el cambio climático, nuestras emisiones de gases de efecto invernadero continúan aumentando incesantemente. En 2013, el nivel diario de dióxido de carbono en la atmósfera superó las 400 partes por millón por primera vez en la historia de la humanidad. La última vez que los niveles fueron tan altos fue hace entre tres y cinco millones de años, durante la época del Plioceno.

Debido a que ya estamos comprometidos con algún nivel de cambio climático, responder al cambio climático implica un enfoque doble:

  1. Reducir las emisiones y estabilizar los niveles de gases de efecto invernadero que atrapan el calor en la atmósfera (“mitigación”);
  2. Adaptación al cambio climático que ya está en proceso (“adaptación”).

Mitigación

La mitigación (reducir el cambio climático) implica reducir el flujo de gases de efecto invernadero que atrapan el calor en la atmósfera, ya sea reduciendo las fuentes de estos gases (por ejemplo, la quema de combustibles fósiles para generar electricidad, calor o transporte) o mejorando los “sumideros” que acumulan y almacenan estos gases (como los océanos, los bosques y el suelo). El objetivo de la mitigación es evitar una interferencia humana significativa con el sistema climático y “estabilizar los niveles de gases de efecto invernadero en un plazo suficiente para permitir que los ecosistemas se adapten naturalmente al cambio climático, garantizar que la producción de alimentos no se vea amenazada y permitir que el desarrollo económico prosiga de manera sostenible” (del informe de 2014 sobre Mitigación del cambio climático del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas, página 4).

Adaptación

La adaptación (adaptarse a la vida en un clima cambiante) implica adaptarse al clima futuro real o esperado. El objetivo es reducir nuestra vulnerabilidad a los efectos nocivos del cambio climático (como la invasión del mar en zonas costeras, los fenómenos meteorológicos extremos más intensos o la inseguridad alimentaria). También abarca aprovechar al máximo las posibles oportunidades beneficiosas asociadas con el cambio climático (por ejemplo, temporadas de cultivo más largas o mayores rendimientos en algunas regiones).

A lo largo de la historia, personas y sociedades se han adaptado y afrontado los cambios y extremos climáticos con distintos grados de éxito. El cambio climático (la sequía en particular) ha sido, al menos en parte, responsable del ascenso y la caída de civilizaciones. El clima de la Tierra ha sido relativamente estable durante los últimos 12,000 años y esta estabilidad ha sido crucial para el desarrollo de nuestra civilización moderna y la vida tal como la conocemos. La vida moderna se adapta al clima estable al que nos hemos acostumbrado. A medida que nuestro clima cambia, tendremos que aprender a adaptarnos. Cuanto más rápido cambie el clima, más difícil podría ser.

Si bien el cambio climático es un problema mundial, se siente a escala local. Por tanto, las ciudades y municipalidades se encuentran en la primera línea de la adaptación al mismo. En ausencia de una política climática nacional o internacional, ciudades y comunidades locales de todo el mundo han tenido que considerar en resolver sus propios problemas climáticos. Están trabajando para construir defensas contra inundaciones, planificar para olas de calor y temperaturas más altas, instalar pavimentos permeables al agua para manejar mejor las inundaciones y las aguas pluviales y mejorar el almacenamiento y el uso del agua.

Según el informe de 2014 sobre impactos, adaptación y vulnerabilidad del cambio climático (página 8) del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas, los gobiernos a varios niveles también están mejorando en la adaptación. El cambio climático está comenzando a incluirse en una variedad de planes de desarrollo: cómo gestionar los desastres cada vez más extremos que estamos viendo y sus riesgos asociados, cómo proteger las costas y hacer frente a la invasión del nivel del mar, cómo gestionar mejor la tierra y los bosques, cómo hacer frente y planificar la reducción de la disponibilidad de agua, cómo desarrollar variedades de cultivos resistentes y cómo proteger la energía y la infraestructura pública.