El Ecosistema Urbano

Origen y Desarrollo

Caguas (Puerto Rico)
Caguas (Puerto Rico)

El territorio ocupado por una sociedad humana se distingue por ecosistemas, a menudo artificiales, cuya acomodación refleja a la vez la naturaleza de la región y el trabajo de las personas.

El trabajo humano se basa, efectivamente, en la utilización de los recursos naturales irregularmente distribuidos en el espacio y que pueden cambiar con la estación del año; el hombre los recolecta, los transporta, los almacena, los modifica y los utiliza. Hay producción y consumo.

Primeramente, el hombre vivió de la recolección y de la caza; luego se unió a plantas y animales a través de relaciones mutualistas: descubre y desarrolla la agricultura y la ganadería y tiende a establecerse. La localización de las residencias humanas responde a influencias del medio:

  • Proximidad de los lugares de producción (pescadores en las orillas del mar, agricultores entre sus cultivos, leñadores en el bosque);
  • Proximidad de las fuentes de agua y de combustible;
  • Protección, etc.

El tipo primitivo de establecimiento es homogéneo: todos los habitantes producen y consumen lo que necesitan: economía de subsistencia. Las granjas, inicialmente aisladas, tienden a agruparse en aldeas y pueblos; la población es con frecuencia fija, sedentaria (aunque algunas poblaciones llamadas nómadas se desplazan con sus rebaños y enseres).

Aparecen entonces dos tipos distintos de parajes: el lugar de explotación de los recursos naturales (campos, canteras, minas…) y el lugar de utilización por los consumidores, o lugar de consumo. Estas partes se unen mediantes vías de comunicación que pueden transitar por una manufactura o lugar de transformación, donde se reúne un equipamiento más o menos completo.

Surge una organización económica que utiliza productores y consumidores y favorece el desarrollo de una vida urbana, en un centro cada vez más desarrollado en el que se crean servicios especiales, públicos o privados, para facilitar la vida de todos (casas comunales, almacenes, escuelas, hospitales, etc.).

Se desarrolla así un tipo de residencia heterogénea en la que diversos grupos de habitantes tienen distintas profesiones, y donde existen diversos tipos de instalaciones productivas; se desarrolla una economía de intercambio (de mercado), en un ambiente comercial.

La villa y la ciudad, ejemplos de este ecosistema urbano, pueden extenderse considerablemente, instaurándose una tal circulación de gentes y tales facilidades de transporte que apenas se puede hablar de régimen sedentario, sino más bien de régimen circulatorio.

Desde los tiempos más remotos, las relaciones “agrícolas” de las personas con la vegetación se refuerzan mediante relaciones psicointelectuales no menos importantes; la botánica y la medicina fueron largo tiempo confundidas. Para honrar a los dioses o a los muertos, o para apaciguarlos, se plantaban jardines o bosques sagrados, sin nada en común con huertos o vergeles, y en los que se rendía culto a las divinidades de los árboles, de los bosques y de las aguas.

El ambiente vegetal era también fuente de fantasía, de reflexión y de discusión; bosques y jardines, más o menos elaborados según las reglas y principios que variaron con las civilizaciones y los siglos, marcan toda la historia de la humanidad, de la que constituyen un arte mayor, que asocia los vegetales a la agricultura, la escultura, la hidráulica, etc.

Estos jardines son los antecesores de los parques y espacios verdes de las ciudades y metrópolis modernas.

Se observa entonces un rápido trasvase de la mano de obra del sector primario de producción de materias primas hacia el sector secundario de manufacturas de dichos materiales, y de ahí al sector terciario de servicios.

Considerando que el ciudadano tiene un deseo medio de desplazarse diariamente a pie unos diez minutos (1 km), se llega a la noción de una unidad óptima de ciudad circular inscrita en un cuadrado de 2 km de lado. Esta unidad tiene 50,000 habitantes (villa); pero cuando las fábricas, almacenes y oficinas se acumulan en su interior, la villa crece constantemente por migración centrípeta a partir de los campos, y paralelamente existe una pujante ola de migración centrífuga de las residencias hacia las zonas suburbanas periféricas.

Este crecimiento dialéctico de la ciudad por concentración y descentralización al mismo tiempo, lleva a una forma nueva de establecimiento humano: la metrópolis, que es un área urbana extensa con una ciudad central densa; su masa crítica parece ser de unos dos millones de habitantes.

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