Las condiciones de la naturaleza
El ecosistema “urbs” es una interpenetración de elementos naturales y artificiales (debidos a la inteligencia humana), unidos mediante profundas interacciones.
Topografía e hidrografía
La ciudad es un ecosistema complejo establecido, por diversas razones, en un medio cuya topografía y red hidrográfica tienen implicaciones físicas y sociales importantes. La estructura física de la ciudad está, naturalmente, en relación con el relieve más o menos accidentado y los cursos y mantos acuíferos. Hay, pues, ciudades horizontales y ciudades onduladas, y aún otras oblicuas (cuando se establecen en las pendientes de las montañas). Del mismo modo hay ciudades con río, otras con muchos canales y otras secas.
Tipos de suelo y clima
En la ciudad reinan una serie de condiciones climáticas muy distintas de las correspondientes a los campos cercanos.
- Hay un predominio de superficies de tipo rocoso. Los materiales de los que está construida la ciudad conducen el calor con una rapidez tres veces mayor que un suelo esponjoso y más o menos húmedo. Es decir, que la piedra, el ladrillo, el cemento o el asfalto aceptan más calor en menos tiempo, acumulándolo en mayor proporción al cabo del día.Las estructuras de la ciudad poseen orientaciones más contrastantes que las de un ecosistema natural: las superficies de los muros, calles y techos funcionan como un laberinto de reflectores, absorbiendo la energía o dirigiéndola hacia otras superficies absorbentes; de hecho, toda la superficie ciudadana acepta o almacena calor, mientras que en un ecosistema son especialmente las superficies externas las que muestran actividad.La ciudad es, pues, un sistema eficaz para emplear la luz solar para calentar grandes volúmenes de aire.
- La ciudad es un prodigioso generador de calor, especialmente en invierno en las regiones no tropicales, cuando las calefacciones están en marcha. Pero también en verano las fábricas y los automóviles expelen aire caliente.
- La ciudad utiliza las precipitaciones de manera particular. La lluvia se desliza rápidamente hacia regueros, desagües y cloacas. Esto aumenta todavía más el calor disponible, ya que no debe ser empleado, como en el campo, para vaporizar el agua.
- El aire de la ciudad posee una composición peculiar: contiene contaminantes sólidos, líquidos y gaseosos, aunque el 80 por ciento de las partículas son tan pequeñas que permanecen suspendidas durante días, formando una “nube” que, si refleja la energía solar, frena la emisión de energía procedente de la red urbana y del calentamiento artificial por camiones, autobuses, hogares, etc.Esto hace que el aire de la ciudad sea claramente más caliente que el del campo circundante; como promedio, la temperatura es de 1 a 2°C superior, a mediodía y en época de sol (París, Francia, con un exceso de 1.7°C, se halla como desplazado 2° de latitud hacia el sur); durante una noche apacible, la diferencia puede alcanzar los 5 u 8 grados. Este aire caliente asciende y es reemplazado por aire más fresco procedente de la periferia, con lo que se establece un ciclo. La columna de aire cálido que se eleva por encima del centro (isla térmica), contiene polvo fino y humos en abundancia; las partículas más finas siguen el movimiento del aire y no caen hasta llegar a la periferia, mientras otras permanecen en suspensión sobre la ciudad o, después de cierto tiempo, forman una campana o “cúpula de polvo”. Durante la noche, las partículas actúan como núcleos de condensación de la humedad atmosférica: se forma una niebla que desciende cada vez más sobre la ciudad, formando un smog que hace más lento el enfriamiento del aire y reduce la visibilidad, además de hacer peligrosa la respiración. En invierno, esta cúpula hace de pantalla frente a los rayos solares, y la temperatura de la ciudad baja; se hace necesario quemar más combustible y, con ello, aumenta la formación de smog. Esta cadena de acontecimientos conduce a la contaminación atmosférica de la ciudad.
La ciudad crea, pues, su propio clima. Por ejemplo, una ciudad de Estados Unidos, de latitud media, recibe sobre una superficie horizontal un 15 por ciento menos de energía solar que el campo circundante; en cuanto a las radiaciones ultavioleta, recibe un 5 por ciento menos en verano y un 30 por ciento menos en invierno.
Los períodos de gran calma atmosférica son un 15 por ciento más frecuentes en las ciudades, y en cuanto a nieblas, las hay un 30 por ciento más en verano y un 100 por ciento más en invierno. Las precipitaciones sobre la ciudad son superiores a las del campo en un 10 por ciento, produciéndose este exceso sobre todo en forma de lloviznas, en días en los que apenas llueve en los campos. Inversamente, la humedad relativa anual es un 6 por ciento inferior a la del campo (un 2 por ciento en invierno y un 8 por ciento en verano).
Los factores mencionados tienen su incidencia biótica: por ejemplo, los periodos más largos sin heladas y la temperatura media más elevada hacen más largo el periodo vegetativo de las plantas y adelantan la época de floración. A pesar de ello, en ciertos casos se adelanta la caída de las hojas.
Es evidente que el clima de la ciudad se divide en mesoclimas según los barrios; pero como todo ecosistema, la ciudad es un conjunto de microclimas tan numerosos como variados: todo edificio crea un microclima luminoso, cálido y seco en la orientación sur, y otro umbrío, frío y húmedo en la exposición norte; las fábricas quedan envueltas por niebla espesa, lo que altera la economía térmica del lugar, etc.
Además, hay criptoclimas: se trata especialmente de dormitorios y habitaciones e interiores de automoviles; se ha demostrado experimentalmente que la temperatura interior de los automóviles expuestos al sol es notablemente superior en los de color negro que en los blancos; dicha temperatura puede llegar a superar la del cuerpo humano.
El hombre se siente cómodo en su casa con niveles entre 18 y 22 °C, pero es capaz de construir sus habitáculos en zonas del planeta en las que la temperatura queda entre -76 y +63 °.
Las biocenosis
Aunque en el ecosistema urbs domine la población humana (antropocenosis), las biocenosis que forman la masa de seres vivos son de extraordinaria complejidad.
Podemos distinguir:
- Poblaciones de especies que encuentran en la ciudad un medio favorable, incluso ideal, para su desarrollo (gorriones, mirlos); en ciertas ocasiones, pueden constituir plagas (moscas, ratas, palomas);
- poblaciones de especies reliquias que subsisten más o menos bien adaptándose a las nuevas condiciones;
- poblaciones de vaivén, que viven fuera de la ciudad pero se introducen en ella con cierta profundidad, en determinados momentos, para buscar alimento (paros, chovas, grajos, ardillas, etc.)
En las zonas edificadas
En las zonas edificadas , y todavía más en las casas habitadas por humanos, cohabita gran número de plantas y de animales, algunos de los cuales son amigos voluntariamente introducidos.
Entre los amigos están todos los animales domesticados desde antiguo, como el perro y el gato, aunque también se crían animales no domesticados como leones, llamas o boas. Igualmente, es común encontrar aves y peces confinados (en pajareras o peceras).
Inmóviles, silenciosas y mudas, las plantas de interior no por ello hacen menos “compañía”, y su mantenimiento puede exigir un dispendio de energía igual al que necesitan los animales.
Los principales enemigos de las personas son, entre todo, las bacterias y sus vectores: pulgas, chinches, ratas, etc. Las ratas son mal consideradas debido a que se pasean por las cloacas y a que propagan enfermedades; en numerosas ciudades su población iguala a la de los humanos, y producen considerables pérdidas de productos alimenticios. Los ratones apenas son menos malos.
Los edificios ofrecen tres tipos principales de biotopos a una flora y fauna variadas:
- Los sótanos, oscuros y de humedad relativa alta y temperatura constante y baja. Contienen restos orgánicos y productos alimenticios almacenados. El reino de los hongos proporciona una enorme variedad de mohos, cuyo desarrollo depende, ante todo, del grado de humedad del aire.La rata de cloaca, el ratón, las cochinillas, etc., son muy frecuentes en estos lugares. Cabe señalar, como particularidad, una fauna extremadamente variada de insectos y ácaros micófagos, comedores de mohos.
- Los lugares habitados, iluminados, con microclima seco y temperatura cálida durante todo el año, están igualmente poblados por una fauna variada, en especial por xilófagos (que se alimentan de madera) que viven en las vigas, los muebles y parqués y son distintos según las clases de madera; los ácaros del polvo, que se alimentan de los productos de erosión de paredes, tapicerías, libros viejos, etc., son acosados por los pseudoescorpiones. Diversas plagas afectan las provisiones (cucarachas, gusanos y gorgojos de la harina ,etc.) o los vestidos (polillas, cucarachas). Procedentes del exterior, penetran en las cocinas y comedores moscas de todo tipo, donde buscan alimento.
- Los graneros presentan alternativamente intenso calor y temperaturas bajas, con una humedad atmosférica bastante escasa. Invadidos a veces por ratones, ofrecen la particularidad de cobijar, en el interior de los maderos secos, insectos que proliferan durante varias generaciones sin salir de allí.
Espacios verdes
Los espacios verdes urbanos son principalmente los siguientes:
- Los parques, plazas y jardines públicos y privados, a menudo con alternancia de césped, boscaje y parterres o zonas de cultivo de plantas; muchos de ellos poseen valor histórico.
- Los bosques incorporados.
- Las zonas agrícolas incorporadas.
- Jardines en el interior de las manzanas de casas.
- Los terrenos deportivos.
- Las avenidas, plazas y enclaves plantados con árboles.
- Los cementerios.
- Los espacios verdes educativos: jardines botánicos o zoológicos, arboretum.
Hay que añadir las propiedades abandonadas que pueden contener zonas seminaturales conservadas (bosquecillos, marismas, estanques), y los terrenos baldíos.
Los espacios verdes periféricos son también muy numerosos, y en parte del mismo tipo que los urbanos. De todos modos hay que incluir los bosques y campos periféricos, los cultivos de hortalizas, los bordes de las carreteras y los aeropuertos.
Los parques y jardines, así como los árboles plantados a lo largo de las avenidas, cobijan una fauna enormemente variada, animada por pájaros y a veces por ardillas. Si bien todo el mundo sabe los numerosos beneficios que estos elementos vegetales proporcionan (purifican el aire, retienen el polvo, aíslan del ruido, tranquilizan la vida, son lugares de reposo, etc.), a menudo son ignoradas ciertas desventajas: por ejemplo, el polen de las flores, y sobre todo las esporas de ciertos hongos, pueden originar alergias importantes.
Los gases contaminantes producen una limitación de la diversidad: entre los animales se observa una gran escasez de saltamontes, orugas y caracoles. Los líquenes epifitos desaparecen del todo del tronco de los árboles y son remplazados por algas verdes particularmente resistentes.
Los hongos y bacterias son menos conocidos, así como la fauna de los suelos urbanos. De todas formas, no olvidemos que la atmósfera de los espacios verdes está mucho menos contaminada por gérmenes microbianos. Por ejemplo, en 1 metro cúbico de aire de la ciudad de Paris hay (en número de microorganismos):
Grandes almacenes | 4 000 000 |
Calle de Rívoli | 5 500 |
Parque Montsouris | 760 |
Bosque de Fontainebleu | 50 |
Las masas de agua (espacios azules) hay que añadirlas a los espacios verdes, puesto que mantienen una variada vegetación de plantas superiores sumergidas y de fitoplancton, inciadores de cadenas tróficas terminadas en diversas especies de peces. Las larvas de mosquito pueden ser numerosas. Las biocenosis de estos lugares difieren escasamente de las de las masas de agua naturales.
La antropocenosis
Lógicamente es el compartimiento más importante del ecosistema urbano, y en el cual cada detalle viene determinado por la inteligencia humana, aunque no siempre es beneficiosa.
Las propiedades de la demografía humana tienen una gran influencia, especialmente en los barrios y bloques de casas.
La densidad por bloque es importante; hay que diferenciar la densidad bruta, o relación entre el número de habitantes y la superficie total, y la densidad neta, que relaciona el número de habitantes con la superficie residencial, correspondiente a la superficie de ocupación de los inmuebles residenciales y de sus jardines y patios respectivos.
Las procedencias (raza, nacionalidad, provincia), con frecuencia dispares, quedan patentes en el comportamiento humano.
Las piramides de edad varían según los barrios, así como con las profesiones, cuya confluencia en ciertos barrios complementa la heterogeneidad de los grupos sociales, debido a una política de la vivienda basada en los beneficios económicos.
Al igual que las plantas y los animales, los seres humanos pueden clasificarse en grupos socioecológicos, que se distribuyen de un modo determinado a través de la transección.
La ventaja que ofrece la ciudad es que permite una mayor orientación profesional, a causa de una mayor división del trabajo (libre elección de la profesión), lo que implica, a pesar de ello, una complementaridad en la realización de una unidad económica.
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