La Ciudad V

La condición humanaGeneralidades

La ciudad ha sido ocasión de contactos humanos estrechos e intensos, que se pierden cada vez más debido a la enorme extensión de las zonas pobladas. La unidad de vecindad es la base de intimidad entre ciudadanos; se favorece mediante la existencia de calles relativamente estrechas y espacios verdes suficientemente separados de las zonas edificadas; los contactos humanos se estimulan con las calles peatonales y con la reanimación del corazón de la ciudad y de los barrios históricos.

Buenos Aires, Argentina
Buenos Aires (Argentina)

En las ciudades se permite todo tipo de originalidad, lo que favorece las posibilidades de innovación en todos los campos. Cultura y recreo, en todas sus formas, se organizan adecuadamente y se hacen accesibles con facilidad. La transferencia de información se realiza con gran rapidez e intensidad. La elevada movilidad profesional permite una gran diversidad de elección de la profesión.

A pesar de ello, el ciudadano se halla a menudo descontento; incluso las ventajas de la ciudad le producen insatisfacción. El medio laboral, el medio urbano, son causa de estrés, lo que conduce a los habitantes a preenfermedades, y a las llamadas enfermedades de la civilización.

El medio laboral humano

Los problemas que afectan la seguridad, la salud y el bienestar de las personas en los lugares donde trabajan toman, en la sociedad actual, una importancia creciente.

– La seguridad industrial implica esencialmente medidas de protección, contra los accidentes laborales y contra las enfermedades relacionadas con el trabajo.

– La higiene industrial hace referencia a la medicina y a la tecnología a un mismo tiempo. Numerosas afecciones o enfermedades se deben a factores físicos, químicos o biológicos del medio: ruido, calor, polvo, gases y humos, hongos, mohos y virus. Hace tiempo que llaman la atención los efectos del plomo, el mercurio y el fósforo, así como del benceno y el polvo de piedra.

– Los problemas ergonómicos conciernen a las relaciones entre los hombres y las máquinas (y el medio). Su campo de acción comprende:

  1. La adaptación de las personas a sus trabajos.
  2. La adaptación de la técnica, de la organización laboral y del medio, a las necesidades, capacidades y limitaciones de las personas.

Hay preocupación por:

  • Problemas fisiológicos del trabajo, como el de la carga transportable, el calor, el frío, las vibraciones, la monotonía…
  • Problemas de naturaleza anatómica y funcional, como el hecho de trabajar constantemente de pie o sentado. Las medidas antropométricas (talla media) y musculares deben fijar el patrón de la maquinaria.
  • Problemas psicológicos. La mecanización y la automatización ponen en cuestión las capacidades mentales del trabajador. También se busca la máxima comodidad (temperatura, luz, colores) o la máxima eficiencia a través de la música funcional, etc.

– Los aspectos psicosociológicos. La satisfación del trabajador puede llevarle a rendimientos elevados; la insatisfacción y la alienación conducen al disgusto y al absentismo.

Las tensiones debidas a la vida urbana y sus incidencias psicológicas y médicas

Un punto capital es la tensión (estrés) ejercida sobre los ciudadanos por el entorno urbano, a través de estímulos físicos o psicosociológicos.

Esta tensión puede conducir a enfermedades producidas por una disfunción mental o somática; dichas enfermedades, llamadas de la civilización pueden ser, simplemente, la imposibilidad de ocupar un lugar (esencial, normal u óptimo) en la sociedad.

Las reacciones fisiológicas ante los estímulos psicosociales son las preenfermedades o las enfermedades.

Incluso si la excitación es normal, ciertos individuos (hipocondríacos) manifiestan síntomas de enfermedad. Si las tensiones sociales son intensas, prolongadas o repetidas con frecuencia, o si el organismo está predispuesto a actuar, la reacción puede ser una hiperhipo o disfunción en uno o varios órganos: dolores musculares o vasomotores, palpitaciones cardíacas o modificación del peristaltismo gástrico (reacciones organoneuróticas); ello puede venir acompañado de reacciones emocionales: aprehensión, ansiedad, depresión (reacciones psiconeuróticas).

Las presiones debidas a la vida urbana

Las presiones que pueden suponerse son origen de estrés y enfermedad son numerosas en la vida urbana.

1) La sociedad en transformación:

  1. Los procesos de urbanización,
  2. los procesos de industrialización.

2) El ambiente urbano:

  1. La densidad del establecimiento, acompañada de las dificultades para circular;
  2. la densidad poblacional,
  3. la estructura urbana y, particularmente, los transportes (trayectos demasiado largos, embotellamientos, dificultades de estacionamiento…).

3) La tecnología de la comunicación

La amplitud de los sentidos ha quedado aumentada mediante el progreso técnico: la vista con la televisión, el oído con el teléfono y la radio, el cerebro por las computadoras (=ordenadores), etc. Asistimos a una sobrecarga de información, a una continua solicitud a los órganos de los sentidos, lo que lleva a una sobreestimulación.

4) El automóvil

Otro problema: el automóvil, inicialmente medio de circulación, en la actualidad forma parte cada vez más de la residencia. Este nuevo cascarón, que le acompaña a todas partes por la ciudad, se asemeja progresivamente al caparazón de la tortuga o del caracol. El hacinamiento y la lentitud de circulación causan un estrés psicológico a las personas que se hallan al volante de sus autos, lo que contribuye ampliamente a hacer de ellas individuos excitados, incluso homicidas en potencia.


Consecuencias de los datos ecológicos sobre la ordenación del espacio urbano

El crecimiento urbano está relacionado con un crecimiento económico, que se sirve de una mano de obra y de unos servicios abundantes, de importantes mercados de consumo, y de instituciones generadoras de progresos técnicos e innovaciones comerciales.

Por desgracia, debido a la inadaptación de las estructuras, las condiciones de vida tienden a degenerar; la vida social se ve comprometida, a la vez que el equilibrio psicológico y fisiológico de los habitantes. Las contaminaciones amenazan la salud física.

Un sistema de viviendas inadecuado provoca segregaciones residenciales que agravan las diferencias sociales. La ciudad engendra miseria, desorden y tugurios.

El nerviosismo producido por las dificultades de circulación y la carrera constante contra el retraso y el tiempo perdido, y las contaminaciones acústicas y visuales, contribuyen a transformar el ciudadano en un individuo neurótico e irritado, acechado por las enfermedades de la civilización. El individuo se siente más y más solo y aislado, privado de verdaderos amigos.

El conocimiento científico del ecosistema “urbs” es necesario para asegurar una ordenación correcta del territorio en la que actualmente vive la mayoría de los humanos. El reverdecimiento oxigenante de los lugares de residencia y de trabajo, la creación de barreras de árboles protectores frente a la contaminación y el ruido, la utilización de los parques con fines didáticos y educativos para el público y la organización del cinturón verde, son problemas importantes que podrían conectarse con la ecología clásica.

La urbanización debe oponerse al triunfo insolente de una desmedida trivialidad (torres dormitorios, aparcamientos gigantes…) difundida por los negociantes, y a su agresividad visual para el psiquismo de la población, al saqueo de los lugares urbanos que son honor y orgullo de las ciudades, y de modo especial a la escandalosa explotación del espacio urbano con fines mercantiles.

La ciudad debe ser ordenada de tal manera que multiplique los contactos humanos: calles peatonales, aliciente de parques y jardines públicos, fachadas adornadas con flores, animación de las calles comerciales, etc.

Hay que favorecer y mejorar los transportes públicos a expensas de los individuales, empleando al máximo el subsuelo y reservando la superficie para las zonas verdes.

Los accidentes topográficos deben aprovecharse con fines paisajísticos, ubicando un máximo de masas de agua en las depresiones, y haciendo, en la medida de lo posible, que las fuentes y ríos permanezcan en la superficie, al aire libre.

La lucha contra la contaminación debe basarse en la observación de los espacios verdes y en la experimentación científica (indicadores biológicos, estudios epidemiológicos) y en el establecimiento de umbrales de toxicidad.

De una manera general, la ordenación (o gestión) urbana debe inspirarse principalmente en consideraciones biológicas y ecológicas.

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