Guerras

La guerra afecta no solamente a los humanos, sino también a la naturaleza.

En un informe presentado por BirdLife International se demostró que la Guerra del Golfo [Pérsico] de 1990-1991 resultó en el mayor derrame marino de petróleo en la historia con de seis a ocho millones de barriles de petróleo crudo vertidos, contaminando severamente a 560 kilómetros de costa, destruyendo ecosistemas intermareales y resultando en grandes manchas de petróleo que dañaron la parte norte del Golfo Pérsico. Los ejércitos produjeron extensos daños mecánicos, afectando la frágil corteza del desierto y su ecosistema.

Marisma en Irak
Marisma en Irak
(Foto de Jassim Al-Asadi / Ministerio iraquí de Recursos Hídricos)

Teniendo en cuenta los daños ambientales causados por la Guerra del Golfo de 1990-1991 e informaciones sobre los efectos ambientales de los conflictos en la antigua Yugoeslavia y en Afganistán, BirdLife identificó siete riesgos para el ambiente y la biodiversidad y, por lo tanto, para las personas locales, que representan las guerras.

  1. Destrucción física y alteración de hábitats naturales de importancia internacional y la vida silvestre como resultado del uso de armas.
  2. Contaminación tóxica de hábitats naturales y vida silvestre a resultas de los derrames de petróleo o incendios de los pozos petroleros por daños deliberados o en las batallas.
  3. Contaminación radiológica, química o biotóxica de hábitats naturales y vida silvestre como resultado del uso de armas de destrucción masiva y lanzamiento convencional de bombas a instalaciones militares o industriales.
  4. Destrucción física de hábitats y vida silvestre debido a la creciente presión humana causada por los movimientos masivos de refugiados – contaminación de las aguas, uso de madera como combustible, cacería de la vida silvestre.
  5. Quema de humedales y de la vegetación de los bosques como consecuencia de las luchas o por daños deliberados:
  6. Empeoramiento de la desertificación por el uso de vehículos militares y armas.
  7. Extinción de especies o subespecies endémicas.

El efecto de las armas nucleares cambia a muchos factores, incluyendo el clima. Si empezara una guerra nuclear, los bosques y las áreas más secas se incendiarían inmediatamente y el calor generado sería lo suficientemente alto para esterilizar el suelo. Las semillas que estén en el suelo sin germinar se arruinarían.

Nadie sabría cuantas especies y poblaciones serían eliminadas, y las que sobrevivan sufrirían de los efectos secundarios de la guerra. Cuando llueva, el suelo será arrastrado ya que no habría árboles que lo anclen. Con la ausencia de suelo, no es posible reestablecer plantas. La gran cantidad de polvo y sedimentos afectaría las áreas superficiales de los océanos y las bocas de los ríos y arroyos. El humo y el polvo cubriría el cielo y haría que la capa de ozono fuera todavía más delgada.

Si ocurriera una guerra termonuclear, los humanos nos uniríamos a los miles de organismos que ya están en peligro de extinción.

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