Evolución de las tortugas marinas

Las tortugas son reptiles, una clase de animales vertebrados que ha sobrevivido por más de 200 millones de años, a través de períodos estables y de tiempos de cambios ambientales extremos. Los reptiles evolucionaron de los anfibios, una clase de vertebrados todavía más antigua y que habita tanto en tierra como en agua fresca. Con el tiempo, los reptiles llegaron a dominar la Tierra; en el suelo, en agua fresca y los mares, y en el aire. Pero fue temprano en la historia de los reptiles que las tortugas, miembros del orden de los quelonios (Chelonia), se separaron de la línea principal de evolución de los reptiles.

Tortuga

El origen de los quelonios es incierto, pero se conocen fósiles reconocibles de tortugas desde tan antiguo como el período Triásico, hace por lo menos 180 millones de años cuando los dinosaurios se estaban convirtiendo en los animales terrestres dominantes. Aunque las tortugas del Triásico no parecen ser muy diferentes de las modernas, un exámen detenido revela algunas características que están ausentes en las tortugas que existen hoy en día. Por ejemplo, algunas de las tortugas más antiguas tenían dientes en lugar de mandíbulas de bordes afilados; probablemente, estas tortugas vivían en los pantanos. Mucho más tarde, hacia el final del período Cretácico hace más de 65 millones de años, tortugas como la Archelon ischyros de hasta 3 metros de largo vivían en el mar superficial que cubría mucho de lo que es ahora el oeste de Estados Unidos.

Con el tiempo, sin embargo, algunas clases de tortugas empezaron a vivir sólo en tierra, mientras que otras pasaban la mayor parte de su vida en agua. Con excepción de las serpientes de mar, las tortugas marinas son los únicos reptiles que han tenido éxito al retornar al mar.

Las tortugas que lo hicieron tuvieron que desarrollar una serie de adaptaciones a la vida en el ambiente marino, pero conservaron sus características de reptiles. En primer lugar, las tortugas marinas todavía ponen sus huevos en la tierra. En segundo, como todos los reptiles, las tortugas marinas tienen pulmones y respiran aire. También, con la excepción de la laúd o baula, las tortugas marinas tienen el cuerpo cubierto por placas duras. La laúd es similar a algunas tortugas de agua dulce que tienen el cuerpo cubierto por una capa coriácea, en lugar de placas.

Como otros reptiles, las tortugas marinas evitan las temperaturas extremas, puesto que dependen de la temperatura del agua que las rodea, para poder regular la de su propio cuerpo (animales poiquilotermos o de “sangre fría”). Por lo tanto, con excepción de la laúd, las tortugas marinas se encuentran únicamente en las regiones tropicales y semitropicales del mundo. En razón del voluminoso tamaño de su cuerpo, las tortugas laúd aparentemente pueden generar suficiente calor interno para sobrevivir en aguas más frías.

Finalmente, al igual que otros reptiles, las tortugas tienen larga vida y pueden soportar grandes períodos sin alimentarse. No se sabe con exactitud cuántos años viven las tortugas, aunque se cree que son más de 50.

Lo que más llama la atención en las tortugas y lo que los científicos creen que exdplica el que hayan sobrevivido a muchas otras especies, incluyendo los dinosaurios, es su caparazón. Las tortugas terrestres tienen, muy a menudo, caparazones en forma de cúpula, lo cual les permite meter la cabeza y las patas enteramente dentro de su concha. Por consiguiente, a menos que un depredador pueda quebrar la concha, la tortuga está a salvo. Las tortugas marinas no tienen esta capacidad porque tanto ellas como las que viven en agua dulce desarrollaron un caparazón más estilizado para facilitar sus movimientos en el agua. Las tortugas marinas presentan esta característica en forma aún más acentuada que las de agua dulce porque la mayor parte de su esqueleto está incorporado al caparazón. Sin embargo, a pesar de sus estilizados caparazones, el volumen del cuerpo de las tortugas es mucho mayor que el de otros reptiles.

Con el tiempo, las toscas patas de las tortugas terrestres se convirtieron en las aplanadas aletas de las tortugas marinas. A diferencia de las tortugas terrestres y de algunas de agua dulce que pueden levantar su cuerpo sobre la tierra al caminar, las tortugas marinas adultas tienen que arrarstrase sobre la playa para anidar. Al hacerlo, la mayoría de las especies efectúa los mismos movimientos que los animales terrestres de cuatro patas: la aleta delantera izquierda se mueve al mismo tiempo que la aleta trasera derecha y viceversa. La tortuga verde marina es diferente porque se arrastra moviendo las cuatro aletas en la misma dirección al mismo tiempo.

El registro fósil y la evidencia química en algunas rocas muestra que la Tierra pasó por algunos cambios dramáticos hace unos 65 millones de años que resultaron en la extinción de muchos grupos de organismos terrestres y del mar, incluyendo los dinosaurios. Pero algunos grupos de tortugas sobrevivieron a estos cambios, y permanecen dos subordenes. Uno incluye las tortugas con el cuello lateral que recogen sus cuellos dentro de sus conchas con un movimiento lateral. Las tortugas en el otro suborden, más diverso y que incluye las tortugas marinas, retraen sus cuellos en línea recta. Las tortugas marinas actuales pertenecen a dos familias, la Dermochelyidae, que apenas tiene una especie, la tortuga laúd (Dermochelys coriacea); y la Cheloniidae, que tiene dos subfamilias, cada una con dos géneros y tres especies. La subfamilia Chelonini incluye la tortuga verde o blanca (Chelonia mydas), tortuga plana de Australia o kikila (Chelonia depressa), y el carey (Eretmochelys imbricata). La subfamilia Carettini incluye la tortuga cabezona, caguama o boba (Caretta caretta), la tortuga lora (Lepidochelys olivacea) y la tortuga golfina (Lepidochelys kempii). Actualmente, la mayoría de los científicos reconocen la existencia de una octava especie, la tortuga negra del Pacífico Oriental (Chelonia agassizi).

Cada una de los ocho especies marinas desarrolló otras características que les han proporcionado muy buenos resultados en el ambiente del mar y han reducido la competencia entre las diversas especies. Por ejemplo, los hábitos alimenticios de las distintas especies marinas son lo suficientemente diferentes como para que la competencia entre ellas para conseguir alimento sea mínima. Igualmente, la competencia por lugares para anidar es poca entre las distintas especie. La laúd, por ejemplo, prefiere las playas extensas, lodosas y libres de rocas, mientras que la carey anida a menudo en cuevas pequeñas. Además, cuando dos especies comparten una misma playa para anidar, una de ellas generalmente lo hace en una época más temprana que la otra, durante la temporada correspondiente.

Cada especie tiene otras adaptaciones, tales como la concha llena de colorido de la carey, que le sirve como un eficaz camuflaje en los arrecifes coralinos donde pasa la mayor parte del tiempo. La oscura concha de la tortuga verde hace que estos animales sean difíciles de ver en las praderas marinas donde se alimentan.

Las tortugas cabezonas o caguamas han desarrollado poderosas mandíbulas para triturar cangrejos y almejas, mientras que el angosto pico de la carey puede introducirse en las grietas de los arrecifes en busca de alimento lo mismo que despedazar esponjas. La mandíbula dentada de la torturga verde le ayuda a cortar las algas con la que alimenta.

Las tortugas se han adaptado con mucho éxito a su ambiente y son miembros importantes de los ecosistemas marinos en todo el mundo. Desafortunadamente, las adaptaciones evolutivas que han capacitado a las tortugas marinas para sobrevivir a los períodos glaciares y a otras catástrofes ambientales no las han preparado para poder soportar las presiones ejercidas sobre ellas por los humanos.

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