Causas Directas de la Extinción – Cacería

Paloma pasajera

La cacería ha sido un factor importante en la extinción de ciertas especies. Un buen ejemplo es la desaparición de la paloma pasajera de Norte América. La paloma pasajera era bien conocida por sus enormes poblaciones. A veces, las bandadas tomaban hasta tres días para pasar por un punto; en un caso, se estimó que más de 300 millones pasaban cada hora, escuchándose sus aleteos a 10 km. Estas bandadas, con 2,000 millones de aves, anidaban en largas y estrechas colonias que tenían hasta 60 km de largo y varios kilómetros de ancho; sus excrementos se apilaban de tal manera que mataban a todas las hierbas, arbustos y árboles en el área.

A medida que pasaba el tiempo, aumentaba la población humana y pronto había ferrocarriles y hogares donde antes había bosques vírgenes, y las aves podían ser enviadas a los centros comerciales. Los bosques fueron cortados. Los cazadores idearon muchas maneras para matar grandes números de aves, incluyendo sofocación quemando la hierba o azufre, envenenamiento mojando semillas con alcohol, golpeando los nidos con largos palos, disparos de cañones, o con redes (y luego aplastaban sus cabezas con pinzas). En 1878, una persona envió al mercado tres millones de aves desde la última reserva del ave.

La disminución de la paloma pasajera fue tremeda y sorprendentemente rápida. Ya en 1880 sus números estaban disminuyendo en todo Norte América. La última paloma pasajera silvestre fue vista en Michigan once años más tarde y Martha, la última paloma pasajera cautiva, murió en el Zoológico de Cincinnati en 1914. Sorprendentemente, la cacería no fue lo que al final mató a las aves ya que, al desaparecer las grandes bandadas, había dejado de ser lucrativa. Sin embargo, la formación de enormes bandadas había sido esencial para la supervivencia de la paloma y, cuando sus poblaciones se volvieron demasiado pequeñas para mantener grandes colonias reproductoras, otros factores como fallos reproductivos, consanguinidad y muertes por depredación, empujaron la especie hacia la extinción. Con todo, fue la cacería excesiva, y solo ella, la que eliminó el estilo natural de vida de la paloma, y de tal manera que ellas no pudieron recuperarse de la disminución poblacional. En resumen, fue la cacería que provocó finalmente su extinción.

Otro ejemplo de cacería excesiva es la historia del Bisonte americano. Se estima que la población, previamente, era de 30 a 40 millones de individuos. Sus manadas gigantescas cubrían las praderas pero, para 1830, las poblaciones del Este de Estados Unidos fueron cazadas hasta la extinción, y las de Oregon desaparecieron para 1850. En la actualidad, solamente el Bisonte del Norte existe todavía en números relativamente grandes en Canadá.

La llegada de los colonizadores europeos y la expansión de los ferrocarriles desencadenaron la disminución. Cazadores profesionales mataban a los animales y tomaban sus lenguas y las pieles, abandonando el resto. Luego se recogían sus huesos blanqueados por el sol y se vendían como fertilizantes. Entre 1870 y 1875, se mataron 2.5 millones de bisones por año. En 1883 se eliminó la última manada significativa con más o menos 10,000 miembros. En 1900 solamente quedaban 500 bisontes de las praderas.

Pero, con todo, el bisonte tuvo suerte ya que fue salvado de la extinción debido a que los humanos finalmente emitieron leyes para protegerlo. Actualmente, hay aproximadamente 25,000 animales en Norte América, pero solamente en parques y manadas privadas ya que el bisonte de la praderas no existe de forma silvestre.

Todavía en la actualidad algunas especies en peligro son cazadas para alimentos. Si la presa es rara (por ejemplo, la Salamandra Gigante de China) o se expande la cacería, se elimina completamente a las poblaciones y a las especies. A veces la vida silvestre se ve afectada por circunstancias inusuales, políticas o económicas. En Uganda en 1979, tropas de Tanzania masacraron animales salvajes en el Parque Nacional Ruwenzori, una reserva de vida silvestre muy importante en África. La carne fue comprada por comerciantes de Uganda. Alrededor del 30% de los 46,500 animales grandes del parque fueron muertos, incluyendo 6,000 hipopótamos, 5,000 Kob de Uganda, 2,000 búfalos, 400 Topi, 100 elefantes y 70 leones.

Hipopótamo
El hipopótamo, cuyo nombre significa “caballo de río”, es la tercera especie terrestre en tamaño (Foto de African Wildlife Foundation)

En octubre de 2006, se denunció que un grupo rebelde congolés había matado en dos semanas a unos 400 hipopótamos del Lago Eduardo en el Parque Nacional Virunga, que se encuentra en la frontera oriental de la República Democrática del Congo, entre Uganda y Ruanda. Cazaron los hipopótamos por su carne y marfil. También cazaron búfalos, elefantes y otros animales.

Para finales de la década de los años 1980, se estimó que la población de hipopótamos en el Lago Eduardo era de unos 22,000 individuos. Pero una evaluación hecha en 2006 por la Sociedad Zoológica de Londres, encontró menos de 900 hipopótamos en el parque, antes de la matanza por el grupo rebelde.

Algo similar sucedió cuando se estableció la República Islámica en Iran. Muchos animales que habían estado protegidos anteriormente se habían vuelto mansos y fueron fácilmente muertos por la gente. En otros países, la carne es tan escasa que se cazan animales en busca de alimentos. Los animales de la Reserva Kyzyl-Agach en el Mar Caspio han sido testigos de asaltos por oficiales militares que operan desde helicópteros, vehículos todo terreno, y hasta con tanques. Se reportó que una división militar estacionada cerca del Lago Baikal usó misiles guiados térmicamente para cazar venados. No es de sorprenderse que reste muy poco vida silvestre en el área.

Aves canoras migratorias servidas en un restaurant local
como ‘ambelopoulia’, un plato lucrativo y popular.

(Foto de RSPB)

El uso de trampas para capturar aves canoras ha sido ilegal en Chipre por más de 30 años, pero las multas son bajas en comparación con el dinero que se consigue al vender las aves canoras a los restaurantes locales, donde es posible vender las aves por dos libras (US$3.60) o más cada una. Ellas son servidas a los clientes en un plato especial conocido como ambelopoulia.

La captura comercial a gran escala sucede entre septiembre y octubre, principalmente en el Distrito Famagusta en el sudeste de la isla. En el año 2000, BirdLife Chipre estimó que se capturaba más de 12.6 millones de aves migratorias cada año.

Las especies más buscadas eran la curruca capirotada (Sylvia atricapilla) y el petirrojo europeo (Erithacus rubecula), pero debido a que los métodos de atraparlos no son selectivos, unas 150 especies han sido capturadas en las trampas. Cuarenta y cinco de esas especies se encuentran amenazadas o en estado vulnerable en Europa.

Dos especies que con frecuencia son capturadas en las redes de niebla son endémicas de Chipre, la curruca de Chipre (Sylvia melanothorax) y la collalba de Chipre (Oenanthe cypriaca).

El uso indiscriminado de redes de nebilina y varitas engomadas, con pegamento, para atrapar las aves resulta en capturas no deseadas de aves que no tienen venta como la lechuza de oreja larga (Asio otus) y el amenazado globalmente cernícalo primilla (Falco naumanni).

La captura de aves canoras persiste debido a la popularidad de ‘ambepoulia’. El precio usual que los restaurantes cobran por cada pequeña ave – servida o encurtida o hervida en pilaf – puede llegar hasta a CYP 2,00 (US$4.25).

No hay necesidad de prohibir completamente la cacería, pero debe tenerse cierta simpatía hacia los animales. Cazar no es exterminar.

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