La Atmósfera
Autores: Carmen Orozco Barrenetxea y Antonio Pérez Serrano
La biosfera es un sistema que engloba a todos los seres vivientes de nuestro planeta así como el aire, el agua y el suelo que constituyen su hábitat o lugar donde se desarrolla normalmente su ciclo vital. Para el mantenimiento de este ciclo vital es esencial que el equilibrio ecológico no se altere, lo que implica la necesidad de evitar acciones que puedan modificarlo de alguna manera o puedan introducir cambios en cualquiera de los agentes implicados en el mismo, uno de los cuales, de importancia extraordinaria, es sin ninguna duda la atmósfera.
¿Cuáles son los indicadores más importantes de la contaminación que sufre la atmósfera?
Responder a esta pregunta de forma exhaustiva nos exigiría un análisis pormenorizado de la cantidad y naturaleza de las especies existentes actualmente en la atmósfera terrestre. Analicemos únicamente tres hechos que son materia de preocupación por parte de la sociedad:
- El posible cambio climático ocasionado por el denominado “efecto invernadero” y la disminución de la capa de ozono de la estratosfera.
- El incremento de radiaciones de alta energía en la superficie de nuestro planeta como consecuencia también de esa destrucción del ozono estratosférico.
- El deterioro de los ecosistemas y los materiales terrestres ocasionado por la lluvia ácida.
Radiación solar incidente sobre la tierra – Reemisión de radiación de la tierra a la atmósfera
La radiación que, proveniente del sol, alcanza la atmósfera terrestre corresponde fundamentalmente a las zonas del ultravioleta, visible e infrarrojo (UV, VIS e IR). Las radiaciones de la zona del UV son muy energéticas y por tanto capaces de producir alteraciones en las sustancias; la mayor parte de ellas son detenidas en las capas más externas de la atmósfera terrestre, ionosfera y mesosfera; las que consiguen atravesar estas capas son frenadas por el ozono (O3) presente en la estratosfera. Las radiaciones de IR son también absorbidas por algunos de los componentes de la atmósfera como el dióxido de carbono (CO2), el vapor de agua y el monóxido de dinitrógeno (N2O). El resultado de todo ello es que a la superficie de nuestro planeta la radiación que llega es, esencialmente, de la zona del visible. Esta radiación es absorbida por la tierra salvo una pequeña parte que es reflejada, acumulándose en forma de calor, y por la noche es reemitida al espacio. Sin embargo, hay una diferencia muy importante entre esta radiación y la que provenía del sol: la radiación que emite la superficie terrestre pertenece en su mayor parte a la zona del infrarrojo, es decir, es una radiación eminentemente térmica. Sólo una pequeña parte de la misma es capaz de atravesar la troposfera pues la mayor parte es absorbida por los componentes naturales del aire que hemos señalado, quedando retenidas entre la tropopausa y la superficie de la tierra, lo que provoca un calentamiento de esta zona de la atmósfera.
Efecto Invernadero
El calentamiento que acabamos de mencionar se conoce con el nombre de “efecto invernadero natural” y gracias a él es posible la vida en nuestro planeta. Sin embargo, el espectro de absorción de los gases de efecto invernadero no es continuo, existen ciertas zonas en el mismo, denominadas ventanas, en las que la absorción es muy baja, por lo que permiten el paso de la radiación a través de ellas. Cualquier alteración de la atmósfera que contribuya a cerrar las ventanas mencionadas se traducirá en una mayor retención de radiación y, en última instancia, en un mayor calentamiento del aire de la troposfera. Este calentamiento adicional al efecto invernadero natural es lo que se denomina “efecto invernadero antropogénico” o, simplemente, “efecto invernadero” cuando estamos hablando del fenómeno que actualmente nos preocupa.
¿Cuáles son las causas que pueden contribuir a cerrar las “ventanas“?
Existen dos posibilidades:
- Aumento de la concentración de algunos gases, que son componentes naturales del aire, por emisiones antropogénicas de los mismos: CO2, CH4, y N2O responsables, respectivamente, de un 50%, 18% y 6% del efecto invernadero.
- Emisión de gases que no forman parte de la composición del aire de forma natural. Es el caso de los clorofluorocarbonos y el ozono troposférico, considerados causantes del 17% y 9% del efecto invernadero.
Las actividades humanas que provocan el incremento de estos gases en la atmósfera son muchas pero podríamos resumirlas así:
- El aumento del consumo de carburantes fósiles, la deforestación, la obtención de importantes cantidades de cemento, conducen a un incremento de las emisiones de CO2.
- Los procesos de tratamiento de carburantes, fugas en explotaciones mineras, distribución de gas natural, cría de ganado y cultivos intensivos aumentan las emisiones de metano, (CH4).
- Los CFC´s se emplean en numerosas actividades, aunque su uso está disminuyendo.
- La concentración de ozono en la troposfera está aumentando debido a que las combustiones liberan a la atmósfera compuestos capaces de originarlo.
- Las emisiones de N2O aumentan debido al incremento del uso de abonos nitrogenados en la agricultura que al descomponerse generan este gas.
¿Qué daños ocasiona el efecto invernadero?
Fundamentalmente un aumento de la temperatura media del planeta. Se acepta que, si el ritmo de incremento se mantiene, hacia finales del año 2100 el aumento oscilará entre 3,5 – 4,2 ºC. Esta variación de temperatura inducirá un cambio climático, entre cuyas principales consecuencias podríamos citar los siguientes fenómenos: habrá un régimen de tormentas más intenso, una distribución desigual de las precipitaciones, lo que originará fuertes sequías y desertización de unas zonas, mientras que en otras se producirán graves inundaciones, los bosques se desplazarán a latitudes mayores, los casquetes polares se fundirán en parte con la consiguiente elevación de los niveles del mar.
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