La Restauración – Revueltas preliminares III

Rebelión en Santiago

Cuando en Santiago se supo que la plaza de Guayubín había sido tomada por Lucas Evangelista de Peña y su gente, los directivos de la conspiración en Santiago, que eran los miembros del Ayuntamiento y otras personas prominentes (Juan Luis Franco Bidó, el poeta Eugenio Perdomo, entre otros), decidieron lanzarse a la acción.

El día 24 de febrero de 1863 en la tarde, los rebeldes encabezados por Ramón Almonte, José Vidal Pichardo y Carlos de Lora, se apoderaron del edificio de la Cárcel Vieja, situada frente al actual Parque Duarte, pero no tenían armas, situación esta última que ignoraban los españoles. Los detenidos que se encontraban en la cárcel fueron puestos en libertad por orden del regidor Pablo Pujol.

El gobernador interino General Aquiles Michel, de las reservas dominicanas, reunió al Ayuntamiento para intervenir. Los miembros del Ayuntamiento Juan Luis Franco Bidó, Pablo Pujol, Alfredo Deetjen y el síndico Belisario Curiel, quienes habían sido instigadores secretos de la revuelta o por lo menos simpatizaban con ella, trataron de frenar las represalias de los españoles y ganar tiempo interviniendo como mediadores para negociar la situación.

Pero casi al anochecer el Teniente Coronel Zarzuelo, asistido por el Comandante Campillo, destruyó el juego reduciendo a prisión a los concejales y al síndico y mandó una compañía del fuerte San Luis a atacar la cárcel, reducto de los revolucionarios, a bayoneta calzada.

Los patriotas perdieron la acción, desarmados o portadores de estacas, y algunos machetes y lanzas primitivas, aunque peleando bravamente. Entonces, aprovechando la noche, se dispersaron y se reunieron como pudieron en el fuerte Dios para decidir reunirse en Sabaneta los que pudieran hacerlo.

En esta acción murieron el abanderado Gautier, puertorriqueño, Ignacio de la Nana y Agapito Valentín. De parte de los españoles, murió un soldado y hubo varios heridos de machete y lanza.

A la derrota siguieron numerosas prisiones y violencias que el General Hungría encontró consumadas al día siguiente. Hungría dispuso nuevas prisiones y regresó a La Línea. El día 28, el Capitán General Felipe Ribero decretó la creación de una Comisión Militar Ejecutiva en Santiago para “instruir, sustanciar y fallar las causas de la conspiración, infidencia y rebelión contra el Estado”.

La revuelta dio ocasión para que el General Pedro Santana ofreciera sus servicios al Capitán General Ribero, y de inmediato éste lo encargó de dar cumplimiento a todas las disposiciones de emergencia dictadas dentro del estado de sitio, misión que llevó Santana hacia el Cibao acompañado del General dominicano José María Pérez Contreras y del nuevo Segundo Cabo de la colonia, Brigadier Carlos de Vargas. Aparentemente Santana no se inmiscuyó en las actuaciones de la Comisión.

La Comisión rápidamente condenó a muerte a varios patriotas, a trabajos pesados en el presidio de Ceuta a otros muchos y declaró en libertad a un buen número de inocentes. Treinta sentencias de muerte fueron pronunciadas en perjuicio de revolucionarios detenidos o prófugos. Santana intercedió para que no se fusilara al General Juan Luis Franco Bidó y muchos personajes influyentes pidieron el indulto a todos los condenados a muerte. Finalmente se redujo a cinco los condenados a muerte y más tarde a otros dos más de Sabaneta.

El 17 de abril fueron fusilados frente al cementerio de Santiago el poeta Eugenio Perdomo, el carpintero y antiguo Comandante de la Guardia Civil en la época de la Independencia, Pedro Ignacio EspaillatJosé Vidal PichardoCarlos de Lora, el zapatero y antiguo Capitán patriota Ambrosio de la Cruz, responsables de la revuelta de Santiago.

Algunos días después fueron ejecutados en el mismo sitio el Coronel Pierre Thomas y el General Antonio Bautista, ambos tenientes del General Santiago Rodríguez y que habían sido apresados en los campos de Sabaneta.

El 16 de marzo, el Capitán General Ribero había emitido un decreto indultando a los 23 prófugos complicados en el último movimiento y a los que estaban complicados en el alzamiento de Neiba. En conocimiento la Reina Isabel II de lo ocurrido, dictó un decreto el 27 de mayo, publicado en Santo Domingo el 22 de junio, concediendo:

… amnistía general, completa y sin excepción, a todas las personas que hubieran tenido participación en los actos políticos anteriores a la reincorporación, así como también a las que directa o indirectamente hubieren tomado parte en la insurrección que había tenido lugar últimamente en la isla…

A trabajos pesados en el presidio de Ceuta se condenó a Pepín Cepeda, Álvaro Fernández, N. Jiménez, Pedro Quintín y Jacobo Rodríguez, hermano este último de Santiago Rodríguez. Al recibirse el decreto real del indulto, Ribero envió un vapor de guerra para que encontrara en alta mar al vapor donde iban los condenados y los regresara. Los condenados pasaron 6 días en la Torre del Homenaje en Santo Domingo y luego fueron dejados en libertad.


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